sábado, 19 de enero de 2008

Control de Lectura 4: Reseña 1

Castells, Manuel, 1999, “La cultura de la virtualidad real: la integración de la comunicación electrónica, el fin de la audiencia de masas y el desarrollo de las redes interactivas”, en La era de la información, México, Siglo XXI, Economía, sociedad y cultura, La sociedad red, vol. I, pp. 359-405.

A partir de la invención del alfabeto en la Grecia preclásica, Castells señala que esa tecnología conceptual fue la que permitió el florecimiento de la filosofía y la ciencia occidentales que, como tal, continúa hasta nuestros días. El lenguaje escrito permitió el surgimiento de “la mente alfabética” que fue un cambio sustancial en la comunicación humana. A la vez se dio un partimiento entre dos tipos de cultura: la escrita, y entre la cultura de los sonidos y las imágenes, que fue relegada al ámbito del arte.

Para Castells ésta última tomó su “revancha histórica” a lo largo del siglo XX, primero con el cine y la radio, y luego con la televisión, que hoy día integran un único sistema: la escritura, lo oral y lo audiovisual, una integración de las modalidades de la comunicación humana. A mediados de los noventa se inicia el surgimiento de un nuevo sistema de comunicación electrónico de carácter global, que integra a todos los medios de comunicación y que prefigura su “interactividad potencial”, como un rasgo exclusivo de este nuevo sistema. A partir de éste, está surgiendo un nuevo tipo de cultura que Castells llama “la cultura de la virtualidad”.

El surgimiento de una nueva galaxia de comunicación tuvo como base a la televisión. La radio, las películas, la prensa y los libros, fueron reestructurados bajo la tutela de la TV. Este sistema es llamado por Castells como un “medio de comunicación de masas”. La televisión marcó el fin de la galaxia Gutenberg, y representó una “ruptura histórica con la mente tipográfica”. Incluso el modelo de comunicación de exposición sistemática con el alfabeto, cambió a un modelo de conversación ocasional con el nuevo medio electrónico. Tocaba ahora a la TV la formulación de un lenguaje de la comunicación social.

Castells se refiere a la contradictoria concepción de la audiencia, que era vista por los intelectuales del cambio social, no como personas activas y participativas, sino como receptores pasivos sujetos de manipulación ideológica. El paso siguiente en la transformación y diferenciación de los medios de comunicación de masas, fue hacia una segmentación, personalización e individualización de las propias audiencias.

A partir de los años ochenta harían su aparición las nuevas tecnologías y, con ellas, su impacto en el mundo de los medios de comunicación. Ahora los diarios podían imprimirse a distancia, el walkman personalizaba la elección musical en un entorno portátil individualizado, la radio se reestructuró con emisoras temáticas, y los equipos de video se convirtieron en una alternativa a la programación televisiva. Recordemos la irrupción de los videoclubes que ofrecían y ofrecen una amplia variedad de películas en formato de video (Beta, VHS) que hoy se han sustituido con el nuevo disco de video digital. Además la gente pudo grabar sus propios videos familiares, relegando a un segundo plano los álbumes de fotos de familia.

Sin embargo, el paso fundamental de la multiplicación de los canales de televisión tuvo lugar con la llegada de la señal por cable y, después, vía satélite. Así florecieron canales independientes, por cable, y la mezcla de las programaciones de las cadenas de televisión. Tan sólo en los años 80 “el número de los canales de televisión por satélite en el mundo aumento de ninguno a 300”, y de los canales independientes (en EU) de 62 a 330 (p. 375). Y ello coincide con la aparición de los gigantes asiáticos (Sony, Yamaha, Panasonic, Samsung, Daewoo, etc.), para la producción de aparatos electrónicos (cámaras, videocaseteras, DVD, equipos de audio, etc.). En América Latina este boom hizo posible que buena parte de la población tuviera acceso a los aparatos televisores.

Esto marcó, según Youichi Ito, el paso de una sociedad de masas a una sociedad segmentada “como resultado de las nuevas tecnologías de la comunicación que se centraban en la información diversificada y especializada” (p. 372). Y fue la televisión la que encabezó esta descentralización, diversificación y personalización. De manera paradójica, la diferencia entre las programaciones de un canal a otro, de una cadena a otra, es que no hay mucha diferencia en su oferta. Pero como dice Castells el hecho de que “todo el mundo no vea la misma cosa en el mismo momento y que cada cultura y grupo social tenga una relación específica con el sistema de medios, constituye una diferencia fundamental frente al antiguo sistema de medios de comunicación estandarizados” (p. 374).

Castells abre un espacio para describir Internet, en los dos países que encabezaron su puesta en marcha: Francia, por medio de MINITEL, y Estados Unidos, a través de ARPANET. Ambas están basadas en el empaquetamiento de todo tipo de mensajes (sonidos, imágenes, datos) que podían ser enviados por medio de la red sin utilizar centros de control. La invención del lenguaje digital y el funcionamiento de la red crearon “las condiciones tecnológicas para la comunicación horizontal y global” (p. 384). A la par del desarrollo de Internet estaban las redes científicas, institucionales y personales, que tenían como fondo al Departamento de Defensa, la National Science Foundation y las principales universidades e institutos de investigación (UCLA, Harvard, MIT, Bell, Xerox, BBN, Rand, etc.). Parece increíble que un pequeño grupo de científicos fueran los pioneros que acabaron por cambiar el mundo. Castells los llama “las primeras tribus electrónicas”.
Según Castells las dos fuentes de la red (el sector militar/científico y la contracultura informática personal) tienen como base común el mundo universitario: “Este origen universitario ha sido y es decisivo para el desarrollo y la difusión de la comunicación electrónica por todo el mundo” (p. 388).

El advenimiento de la computadora no puede ser considerado, según Castells, como un medio general de comunicación. Si bien el ímpetu y la rapidez con el que se expande en el mundo son impresionantes, es también cierto que “excluirá durante largo tiempo a la gran mayoría de la humanidad”, a diferencia de la TV. Para algunos especialistas el uso de la computadora e Internet se reduce a un pequeño número de personas, el segmento culto y con poder adquisitivo, que realmente hace uso del potencial informático de estas nuevas tecnologías. Además su uso se hace básicamente en el trabajo o en situaciones relacionadas con él.

Para terminar, debo decir que este capítulo esta prácticamente inundado de información en la que todo es relevante. En ocasiones pareciera que estamos leyendo una novela de ciencia ficción, pues el autor va conjuntando una serie de elementos en los que nada es fortuito, y nos va mostrando el desarrollo de los procesos sociales y globales que han tenido lugar en las últimas tres décadas. Esta es una de esas lecturas que resultan apasionantes y que merece estudiarse completa. Ya decía Irma que esta era una de sus lectura favoritas, y creo que lo será de todo aquel que esté interesado en la temática que venimos tratando sobre las teorías de los medios de comunicación. No me queda más que celebrar el haberme encontrado con este autor y con esta obra.

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